Habemus Papam

Mañana, día 12 de Marzo, los Cardenales se encerraran en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo Papa. Mientras llega el habemus papam tenemos una ocasión excelente para recordar el genio de Miguel Ángel. Si queréis saber algo más sobre el terrible florentino y su obra, os presento un pequeño esbozo de su historia.

Aprovecho este post para recomendaros encarecidamente la lectura de los diferentes  pasajes del libro “La Historia del Arte” de E.H. Gombrich.

Pinchando en el siguiente enlace podéis hacer una visita virtual a la Capilla Sixtina:


Retrato de Miguel Ángel
                                          

                Miguel Ángel Buonarrotti  (en italiano Michelangelo) nació en 1475 cerca de Florencia y murió en Roma el año 1564. Es considerado como la gran figura del Renacimiento italiano, un hombre cuya excepcional personalidad artística dominó el panorama creativo del siglo XVI y transformó la concepción del artista que había hasta ese momento.

                 Durante los cerca de setenta años que duró su carrera, Miguel Ángel cultivó por igual la pintura, la escultura y la arquitectura, con resultados extraordinarios en cada una de estas facetas artísticas. Los artistas de la época veían en las realizaciones de Miguel Ángel una cualidad, que calificaron como terribilità, dicho término se refiere a aspectos como el vigor físico, la intensidad emocional y el entusiasmo creativo que caracteriza la obra y el carácter de Miguel Ángel. Muchos le llaman “el terrible florentino”.

                Se formó en el estudio de Girlandaio donde aprendió los recursos del oficio de pintor. Sin embargo para Miguel Ángel esto no era suficiente y fue más allá. Estudió las obras de los clásicos descubriendo los secretos de los escultores antiguos que supieron representar la belleza del cuerpo humano en movimiento. En su interés por la figura humana no se contentaba con aprender las leyes de la anatomía de segunda mano por lo que se dedicó a diseccionar cuerpos para perfeccionar su conocimiento.

                Al final, adiestró su mano en el arte del dibujo de tal manera que no había actitud ni movimiento que encontrara difícil de dibujar. A los 30 años ya era conocido como uno de los artistas más renombrados de su época.

                Después de varios trabajos en Florencia, el poderoso Papa Julio II le reclamo en Roma. El encargo era la construcción de un mausoleo para el Papa en el interior de la antigua Basílica. Miguel Ángel se entusiasmo con el proyecto y viajó a las canteras de mármol de Carrara. Allí permaneció durante más de 6 meses eligiendo los bloques para sus esculturas, él decía que deseaba liberar las figuras de las piedras en las que estaban encerradas.

                Cuando regresó a Roma descubrió que el Papa había cambiado de intenciones, abandonando su idea del mausoleo para dedicar sus esfuerzos a la construcción de una nueva Basílica, la actual Basílica de San Pedro. Ese cambio de planes no gustó a Miguel Ángel que abandonó Roma para volver a Florencia, sospechaba que sus artistas rivales dentro del Vaticano habían hecho cambiar de opinión al Papa e incluso que habían intentado envenenarle.

                Después de muchas negociaciones, Julio II consiguió persuadir a Miguel Ángel para que regresase a Roma. El nuevo encargo consistía en decorar una capilla del Vaticano construida por el Papa Sixto IV, la Capilla Sixtina. Las paredes ya habían sido decoradas por los pintores más famosos de la generación anterior: Botticelli, Girlandaio y otros. Pero la bóveda aún estaba vacía. En un principio Miguel Ángel se mostraba reacio a realizar la tarea pues decía que él en realidad no era pintor, sino escultor. Además, estaba convencido que el encargo de tan ingrata labor era consecuencia de las argucias de sus rivales que querían verle fracasar.


                El 10 de abril de 1508 Miguel Ángel se encerró en la capilla y se puso a trabajar a solas en su obra durante más de 4 años.  La ebullición del genio iba dando vida con sus pinceles a todos los personajes que antes había imaginado prisioneros en los bloques de piedra de Carrara. Una multitud de cuerpos pintados en las posturas más atrevidas y con los gestos más violentos poblaron la bóveda formando un conjunto maravilloso. Más de 300 figuras en una composición armoniosa que muestran un programa iconográfico que enlaza con los temas de las paredes laterales: ilustra el largo período de tiempo que vivió la humanidad esperando la llegada de Cristo, las profecías que anunciaban este acontecimiento y la creación del mundo. Todas las figuras se incluyen en una estructura arquitectónica monumental pintada que se superpone a la bóveda verdadera. Cuando miramos hacia arriba nos parece introducirnos en un mundo distinto, un cosmos de dimensiones sobrehumanas.

Escena de La Creación

                Es increíble pensar el esfuerzo que le supuso pintar este enorme fresco de más de 500m2 sobre el techo de la capilla. Miguel Ángel tuvo que tumbarse de espaldas sobre el andamiaje que ideó y pintar mirando hacia arriba. Tanto se habituó a esa postura que hasta cuando recibía una carta tenía que ponérsela delante y echar la cabeza hacia atrás para leerla.

                Después de 23 años Miguel Ángel aceptó, aunque de nuevo a regañadientes, el encargo de  pintar la pared del altar de la Capilla Sixtina. Llenó los 200 m2 con una gran representación del Juicio Final. 

El Juicio Final

CONTINUARÁ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario