Aprovecho
este post para recomendaros encarecidamente la lectura de los diferentes pasajes del libro “La Historia del Arte” de
E.H. Gombrich.
Pinchando
en el siguiente enlace podéis hacer una visita virtual a la Capilla Sixtina:
Miguel
Ángel Buonarrotti (en italiano
Michelangelo) nació en 1475 cerca de Florencia y murió en Roma el año 1564. Es
considerado como la gran figura del Renacimiento italiano, un hombre cuya
excepcional personalidad artística dominó el panorama creativo del siglo XVI y transformó
la concepción del artista que había hasta ese momento.
Durante los cerca de setenta años que duró su
carrera, Miguel Ángel cultivó por igual la pintura, la escultura y la
arquitectura, con resultados extraordinarios en cada una de estas facetas
artísticas. Los artistas de la época veían en las realizaciones de Miguel Ángel
una cualidad, que calificaron como terribilità, dicho término se
refiere a aspectos como el vigor físico, la intensidad emocional y el
entusiasmo creativo que caracteriza la obra y el carácter de Miguel Ángel. Muchos
le llaman “el terrible florentino”.
Se
formó en el estudio de Girlandaio donde aprendió los recursos del oficio de
pintor. Sin embargo para Miguel Ángel esto no era suficiente y fue más allá. Estudió
las obras de los clásicos descubriendo los secretos de los escultores antiguos
que supieron representar la belleza del cuerpo humano en movimiento. En su interés
por la figura humana no se contentaba con aprender las leyes de la anatomía de
segunda mano por lo que se dedicó a diseccionar cuerpos para perfeccionar su
conocimiento.
Al
final, adiestró su mano en el arte del dibujo de tal manera que no había
actitud ni movimiento que encontrara difícil de dibujar. A los 30 años ya era
conocido como uno de los artistas más renombrados de su época.
Después
de varios trabajos en Florencia, el poderoso Papa Julio II le reclamo en Roma.
El encargo era la construcción de un mausoleo para el Papa en el interior de la
antigua Basílica. Miguel Ángel se entusiasmo con el proyecto y viajó a las
canteras de mármol de Carrara. Allí permaneció durante más de 6 meses eligiendo
los bloques para sus esculturas, él decía que deseaba liberar las figuras de
las piedras en las que estaban encerradas.
Cuando
regresó a Roma descubrió que el Papa había cambiado de intenciones, abandonando
su idea del mausoleo para dedicar sus esfuerzos a la construcción de una nueva
Basílica, la actual Basílica de San Pedro. Ese cambio de planes no gustó a
Miguel Ángel que abandonó Roma para volver a Florencia, sospechaba que sus artistas
rivales dentro del Vaticano habían hecho cambiar de opinión al Papa e incluso
que habían intentado envenenarle.
Después
de muchas negociaciones, Julio II consiguió persuadir a Miguel Ángel para que
regresase a Roma. El nuevo encargo consistía en decorar una capilla del
Vaticano construida por el Papa Sixto IV, la Capilla Sixtina. Las paredes ya
habían sido decoradas por los pintores más famosos de la generación anterior:
Botticelli, Girlandaio y otros. Pero la bóveda aún estaba vacía. En un
principio Miguel Ángel se mostraba reacio a realizar la tarea pues decía que él
en realidad no era pintor, sino escultor. Además, estaba convencido que el
encargo de tan ingrata labor era consecuencia de las argucias de sus rivales
que querían verle fracasar.
El 10
de abril de 1508 Miguel Ángel se encerró en la capilla y se puso a trabajar a
solas en su obra durante más de 4 años. La
ebullición del genio iba dando vida con sus pinceles a todos los personajes que
antes había imaginado prisioneros en los bloques de piedra de Carrara. Una
multitud de cuerpos pintados en las posturas más atrevidas y con los gestos más
violentos poblaron la bóveda formando un conjunto maravilloso. Más de 300 figuras en una composición armoniosa que
muestran un programa iconográfico que enlaza con los temas de las paredes
laterales: ilustra el largo período de tiempo que vivió la humanidad esperando
la llegada de Cristo, las profecías que anunciaban este acontecimiento y la
creación del mundo. Todas las figuras se incluyen en una estructura
arquitectónica monumental pintada que se superpone a la bóveda verdadera.
Cuando miramos hacia arriba nos parece introducirnos en un mundo distinto, un
cosmos de dimensiones sobrehumanas.
Escena de La Creación |
Es increíble
pensar el esfuerzo que le supuso pintar este enorme fresco de más de 500m2
sobre el techo de la capilla. Miguel Ángel tuvo que tumbarse de espaldas sobre
el andamiaje que ideó y pintar mirando hacia arriba. Tanto se habituó a esa
postura que hasta cuando recibía una carta tenía que ponérsela delante y echar
la cabeza hacia atrás para leerla.
Después
de 23 años Miguel Ángel aceptó, aunque de nuevo a regañadientes, el encargo
de pintar la pared del altar de la
Capilla Sixtina. Llenó los 200 m2 con una gran representación del
Juicio Final.
El Juicio Final |
CONTINUARÁ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario